Había una vez un niño llamado Ben. Tenía ocho años y estaba de acampada con su clase en el Bosque de la Literatura. Se llamaba así porque un señor llamado Jon escribió un libro de terror y cuando murió el libro fue maldito.
En este bosque, todas las criaturas monstruosas cobraron vida y escaparon por el bosque. Esa misma leyenda les explicaron sus monitores, pero Ben no creía en esas cosas. Todos los niños, menos Ben, se quedaron tiesos al oírlo, porque tenían que hacer una yincana por allí.
Ben iba por el bosque todo confiado hasta que se miró el brazo y tenía un mordisco, no un mordisco cualquiera como los que le daba su hermana Alba de dos años, sino con dos colmillos. Era de un vampiro. Al instante se le apareció el vampiro delante. Le dijo que le llevara hasta el libro y que si no sabía dónde estaba que lo buscara. Ben no se atrevió a desobedecerle.
Pasó un rato buscándolo hasta que sin saberlo lo encontró, no el libro de verdad, sino uno de mentira (el premio de la yincana) y se lo dio sin saberlo.
Un rato más tarde, Ben encontró el libro de verdad y se lo llevó. Cuando les preguntaron sus monitores que habían aprendido Ben se tapó el mordisco con la manga de la chaqueta y dijo: “He aprendido que no todas las leyendas son mentira” y enseñó el libro.
Y así fue como se rompió la maldición del Bosque de la Literatura.
Marina Barrios Pescador
Escola del Poble Nou del Delta
*Premi especial concursants novells en la categoria de primària en el VIII Concurs de microrelats de terror 2017, organitzat per la biblioteca de l'Institut Cristòfol Despuig.
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