Hubo una vez en una noche de Halloween, unos niños, Juan y Pedro, que eran muy amigos, que se encontraron una brújula que no era normal. Era una brújula que cuando marcaba a un niño se convertía en lo que se había disfrazado.
Entonces, al ver a un niño dijeron:
—¡Tírale un trapo encima!— exclamó Pedro.
—¡Muy buena idea!— le contestó Juan.
Y el niño se convirtió en fantasma.
Luego, se fueron a casa de uno de ellos, cogieron un trapo y se lo pusieron encima. Pero sin querer, mientras iban caminando, apuntaron a otros niños vestidos de terror y se convirtieron en unos monstruos que hacían mucho miedo y entonces, éstos, se vengaron de ellos apuntándolos con la brújula.
Mientras, en el concurso de disfraces, los jueces dijeron:
—¿Por qué no empezamos el concurso de baile?
Hicieron el concurso y todos los que estaban embrujados tenían que ganar el concurso para volver a ser normales puesto que lo dijo la bruja que había sido la creadora de la brújula.
—¡Eh! ¿Y si nos juntamos todos y ganamos el concurso?— dijeron Juan y Pedro.
Todos los otros dijeron:
—¡Sí!
Se juntaron y ganaron el concurso y cuando se volvieron normales, los dos amigos dijeron:
—Lancemos la brújula a un pozo y así nos aseguraremos de que nunca más se pueda abrir.
—¡Vale!— dijeron todos.
Actualmente todavía el pozo está aquí, en la Sénia y quién sabe...
Adahi Allepuz Fora.
Escola Jaume I, de la Sénia.
*Conte premiat en la categoria primària en el V Concurs de microrelats de terror 2014, organitzat per la biblioteca amb el suport dels departaments de Català, Castellà i Llengües estrangeres de l'Institut Cristòfol Despuig.
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