El ruido de unos pasos sobre las secas hojas interrumpió el silencio de la noche. Ella, tumbada sobre la base de un árbol, se despertó de golpe. Estaba en medio del bosque, bajo la luna.
Un tintineo, como a campanitas, empezó a sonar. Después, una dulce melodía siguió aquel sonido. Se revolvió. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué sonaba la música que sus padres le ponían de pequeña? Se echó a llorar. La voz de su madre retumbaba en aquella melodía, como un recuerdo. Sus manos temblaban y el aire empezó a ser frío. El viento soplaba fuerte y las hojas que caían en el suelo parecían cuchillas.
Una silueta pasó delante de ella, corriendo. Las pulsaciones le empezaron a subir. El bosque se llenó de sombras, gritos ensordecidos, risas malvadas, palabras incompresibles y sonidos extraños, sumidos en una pesadilla infernal de la que no podía salir. Con sus piernas heladas intentó avanzar. Caminó. Después, empezó a correr. Las sombras la perseguían se moviera donde se moviera, como si una fuerza magnética las uniera hacia ella con tal fuerza que, aun siendo sólo sombras, podía notar sus pieles contra la suya. Aquella melodía y las palabras de su madre retumbaban en su mente como si alguien quisiera recordarle su trágico pasado.
Llegó a un claro; en medio, un lago. La música aumentó, como si proviniera del agua. Las risas se hicieron más tenebrosas. En aquel momento recordó aquel tintineo del principio. Y las risas. Y la música. Y las sombras. Todo aquello era lo que oyó y vio en la noche del asesinato de sus padres.
Silencio. Después, el agua se volvió roja.
Maria Subirats Múria
Institut Cristòfol Despuig, Tortosa
*Conte premiat en la categoria de secundària en el VII Concurs de microrelats de terror 2016, organitzat per la biblioteca amb el suport dels departaments de Català, Castellà i Llengües estrangeres de l'Institut Cristòfol Despuig.
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