Érase una vez una estrellita que estaba triste. Cada noche veía pasar a miles de estrellas fugaces. Ellas estaban felices, podían moverse, hacían carreras y saludaban a los planetas cada vez que pasaban por su órbita. Estrellita lloraba cada noche porque quería ser como las demás, estaba sola y nunca había experimentado la sensación de correr por el espacio. Las otras estrellas se burlaban de ella y eso hacía que se sintiera peor. Siempre se había preguntado por qué le tocaba ser diferente. Aquella noche se fue a dormir imaginándose a qué sabía la Luna, a qué olía Neptuno y de qué forma giraban los anillos de Saturno. A la mañana siguiente, se sentía más grande, sus lágrimas le habían convertido en la mayor estrella del Sistema Solar. Nunca más se volvieron a reír de ella porque la antes conocida ‘Estrellita’ ahora se había convertido en el enorme y magnífico ‘Sol’.
Andrea Sánchez
Premi de la categoria de 4t d'ESO en el concurs de microrelats en homenatge a Monterroso.
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