Érase una vez en un desierto muy lejano un niño que lo estaba cruzando para ir a un pueblo. De repente el niño vio una cosa brillante: era un espejo precioso, era el espejo de un dragón, el guardián del desierto. Él se llamaba Llamas.
Cuando el niño cogió el espejo pensó en venderlo para dar de comer a su familia, pero el dragón Llamas se dio cuenta de que habían cogido su espejo. El dragón Llamas se puso muy furioso y fue de camino a donde estaba el niño.
El niño iba caminando cuando un pequeño bichito le dijo: "¿Por qué tienes un espejo tan bonito?". Pero el niño no sabía que el bichito era el dragón Llamas. El niño se fue corriendo porque era para dar de comer a su familia, el dragón se puso a volar después de haberse quitado el cuerpo de mosquito y echaba llamas de fuego. Cuando con una de sus llamas le dio al niño, el dragón le quitó el espejo y se giró para irse. Cuando el niño le dijo: “Es para dar de comer a mi familia”, el dragón se lo pensó bien y se lo dio y después el dragón le dijo: “Sube a mi espalda y te llevo volando”.
El niño le pudo dar el espejo, lo vendieron y compraron mucha comida y medicinas.
Alejandro Gallardo Gómez
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada