Hay muchos inventos fascinantes, pero por elegir uno, elijo la bicicleta. Me gusta este invento porque con apenas esfuerzo te mueves a una velocidad media de 10 km/h y si quieres ir más rápido, puedes alcanzar los 30 km/h sin ningún esfuerzo.
La bicicleta no contamina como otros vehículos, como motos, coches, camiones… o caballos que tiran de carros, pues también contaminan porque defecan en la carretera y las heces no pueden hacer su función de aportar abono para las plantas, sino que se quedan allí apestando hasta que un barrendero las aparte.
Una cosa que también me gusta es su mantenimiento, no como un coche que siempre tienes que mirar si el depósito está lleno o tiene suciedad por no tenerlo en un garaje, y luego tienes que pasar la I.T.V. También al caballo se le tiene que cuidar y alimentar, insisto en el caballo porque pensamos que el coche es su sucesor, pero excepto que es más rápido y más duro, no encuentro otro adelanto.
La bicicleta se puede meter por muchos sitios y dejar en otros tantos, eso sí, siempre con un ojo encima porque te la pueden birlar en un pestañeo.
La bicicleta ha evolucionado de tal manera que si antes era impensable subir una cuesta, ahora con las marchas, es lo más normal del mundo.
Me encanta ir en bicicleta, sobretodo para pasear, porque puedes quedarte mirando algo yendo despacio y luego cuando quieras, aumentar la velocidad e irte sin molestar a nadie al carecer de un motor que haga sonido, pero la bicicleta sí que tiene motor: tú mismo cuando la conduces y tal vez por eso me gusta tanto, porque si vas en un coche notas que vas en una máquina, o quien lo conduzca que conduce una máquina, pero al ir en bicicleta notas como si fuera una especie de prolongación de tu cuerpo, que te hace ir a otra velocidad con un mínimo esfuerzo: eso es lo que me gusta y por eso la bicicleta es un buen invento.
Amar López Magaña
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