No veo nada, todo está oscuro y es inmenso. Bueno, en la lejanía veo un pequeño reloj parado, pero me es imposible alcanzarlo.
El sueño es demasiado real, noto el frío y la palidez de este lugar demasiado a flor de piel. Este sitio me está empezando a agobiar: no hay paredes, no está definido. Es como un universo apagado y no veo nada. Las lágrimas empiezan a recorrer mi cuerpo acariciándolo. Empiezo a temblar, estoy helada y mi imaginación sigue volando, pensando en lo más tenebroso que pueda ocurrir.
Aquel reloj sigue parado y parece un producto de mi imaginación. Intento levantarme pero estoy demasiado débil y mi corazón late a mil por hora, aunque el sentimiento de miedo cada vez me consume más. Intento gritar pero no tengo fuerzas. Me siento paralizada.
“Está en coma, cuando se despierte ya le avisaremos”.
No puedo continuar así, me duele todo, las lágrimas inundan mi cuerpo desnudo y el frío entra en mis huesos. No puedo salir, bueno, puede que sí o puede que ya se haya terminado y lo haya olvidado todo. Pero no puedo, me cuesta respirar y el miedo me supera, tengo que salir, tengo que intentarlo o el corazón me explotará.
Me intento levantar, esta vez sí, y empiezo a gritar. Muy fuerte, todo lo que puedo, y noto una sensación de pánico cada vez más grande, hasta que no puedo más y me dejo caer en el suelo. Se acabó. Ya no recuerdo nada.
Entreabro los ojos y vuelvo a ver aquel reloj, pero creo que esta vez funciona y hay más luz y oigo alguien decir: “Ya se ha despertado”.
Gina Sebastià
Institut Cristòfol Despuig, Tortosa
*Conte premiat en la categoria de secundària en el X Concurs de microrelats de terror 2019, organitzat per la biblioteca de l'Institut Cristòfol Despuig.
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