Hola, me llamo Martina y tengo 11 años. Quiero contaros lo que me ocurrió hace unos años, un día de Halloween. Os puede parecer una historia inventada, pero os aseguro que es verdad. ¡Aún tiemblo al recordarlo!
Era un lunes por la tarde, cuando volví del colegio y todos los niños se estaban preparando para la noche de Halloween. Algunos ya estaban disfrazados a punto de ir a buscar chuches con “truco o trato”.
Al entrar en casa, me di cuenta de que en el cuadro de la escalera, había algo extraño. Me acerqué y vi que la mujer que tenía que estar en el cuadro, no estaba: simplemente, había desaparecido. Al principio, pensé que estaba imaginando “cosas raras” y viendo alucinaciones. Abrí y cerré los ojos varias veces, pero la mujer seguía sin aparecer... No entendí nada.
Busqué a mi madre y se lo conté, pero, no me creyó, me dijo que me lo había imaginado, que eso era imposible, y como estaba muy ocupada preparando la cesta de chuches para los niños, no le dije nada más.
Entonces decidí poner una cámara para ver qué pasaba, porque yo sentía que la mujer por la noche saldría del cuadro. Y así fue, la cámara grabó como la mujer salía del cuadro por la noche y antes del amanecer, volvía, pero… ¡llena de sangre!
¡No me lo podía creer! Hablé con mis amigas y decidimos pedirle permiso a nuestras madres para que se quedaran a dormir en mi casa. Durante la noche estuvimos despiertas esperando y mirando a ver si la veíamos salir, pero no, hicimos una noche blanca para nada.
La noche siguiente, me volví a quedar despierta y tampoco vi nada. Entonces pensé que no pasaba nada porque estaba despierta. Así que me hice la dormida y fue entonces cuando la vi: la mujer salió del cuadro y se me estaba acercando; yo me hice la dormida. Cuando ella salió del cuadro, la seguí por la casa y de repente, en una pared del pasillo, se abrió un agujero que antes no estaba. Me quedé de piedra temblando de miedo intentando no moverme para que no me viera. Vi como ella entraba en aquel agujero y se perdía en la oscuridad. Luego el agujero también desapareció y el pasillo quedó como siempre.
Como pude, me metí en la cama y no dormí en toda la noche. Puse la cabeza debajo de las sábanas para no ver nada más. Y al día siguiente, le dije a mi madre que quitara aquel cuadro que me daba pesadillas y no podía dormir por las noches. Ella se rio, pero como vio mi cara de miedo, lo quitó y yo lo tiré al contenedor de trastos viejos. Y ya nunca más supe de aquella mujer del cuadro.
Y hasta aquí mi historia, quizá no os la creáis, pero os aseguro que desde entonces no me gustan los cuadros de mujeres y en mi casa solo hay cuadros de paisajes.
Angèlica Maria Ochoa Uriña
Escola El Temple, Tortosa
*Conte premiat en la categoria de primària en el X Concurs de microrelats de terror 2019, organitzat per la biblioteca de l'Institut Cristòfol Despuig.
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