Aquiles,
sediento de venganza fue a buscar al príncipe troyano Héctor. Fue hasta la
ciudad con el carro para vengar la muerte de su amigo Patroclo, asesinado por
el mismo príncipe.
A gritos
desgarradores llamaba a la lucha el semidiós.
Héctor,
sin otra opción, fue a luchar con una muerte segura pero lo que no sabía es que
el no lucharía.
Apolo se
infiltro dentro del cuerpo de Héctor y sin pensarlo dos veces aparte de la
espada y el escudo cogió un arco y unas cuantas flechas para poderle disparar
en su punto débil gracias a los oráculos.
Los dos
mirándose cara a cara y Aquiles no sabía que luchaba contra un dios. Le cegó la
ira de matar y vengar a su mejor amigo.
Fallaba
golpes por no calcular las distancias. El
dios sabía que si esperaba tendría ventaja, pero de repente había visto a Ares.
Entonces
la batalla era un enfrentamiento mucho más disputado.
Las
espadas chocaban. Todos contemplaban la batalla impresionados. Se rompieron los escudos y la espada pero
Zeus rompió el arco del príncipe.
El padre
entregó a los dos hijos una espada creada por los gigantes, seguían luchando
sin descansar pero por un error Apolo
cayó al suelo.
Ares iba a clavar su espada en el pecho de Héctor pero
Paris lanzó una flecha con el poder de Artemisa matando a Aquiles y la historia
cambió.
Troya en la noche incendió los campamentos de los Griegos matando a todos
los hombres menos a Odiseo por no tener reprimendas de Atenea y con él le construyeron una nave para que regresase
con Penélope y Telémaco.
Gracias a
esa gesta los príncipes se convirtieron en semidioses.
Y Héctor fue al Olimpo.
Xavier Aubeso. 1r ESO A