26 de octubre
Como cada mañana, la espesa niebla y el frío abundaban en mi pequeño pueblo. Lo que no sabía era que aquel día cambiaría mi destino para siempre.
Al despertarme, noté una extraña sensación en mi cuerpo. La casa estaba vacía. ¿Dónde estará mi familia? Rondaba esa pregunta en mi cabeza. Aún así pensé que volverían y como de costumbre fui a comprar el pan.
Al salir no veía la presencia de ninguna persona, las tiendas estaban cerradas. ¿Dónde estaba metido todo el mundo? Era como si la tierra se los hubiera tragado.
Volví a casa, encendí la televisión, puse las noticias y lo escuché. Advertían de la extraña desaparición de personas y decían que los supervivientes se quedarían en casa en un lugar seguro.
Una semana después, la comida se me acababa, el agua era escasa y no había luz. Así que decidí salir en busca de comida y de alguien que estuviera en la misma situación que yo. Llegó la hora, eran las nueve de la noche, cogí mis cosas y salí a la calle oscura iluminada por mi pequeña linterna y llena por mi presencia.
Un kilómetro más allá, vi una figura. Me acerqué poco a poco y lo vi. Era un superviviente como yo, frente a frente, y le pregunté: ¿Quién eres y qué haces aquí? El patidifuso solo observaba mi presencia.
De repente escuché un ruido. Me giré rápidamente, vi una sombra negra y el chico misterioso desapareció. Continué mi camino pensando en él hasta que encontré una casa grande y entré. Esa casa era oscura, tenía comida, agua y habitaciones en buenas condiciones. Así que decidí quedarme. Rebuscando entre los armarios encontré ropa de camuflaje perfecta para salir.
Pasaban las semanas o los meses, no llevaba la cuenta de los días que estaban pasando. Un día vi al chico misterioso, lo invité a mi casa y me presenté:
—Me llamo Betty, vivo aquí desde que mi familia y la gente de mi aldea desaparecieron.
Y él me dijo:
—Me llamo Ben y soy uno de los pocos supervivientes.
Le invité a quedarse en mi casa. Se instaló y de nuevo vi la sombra. Era negra y parecía una nube. Asustada, llamé a Ben, me dijo que esperara, pero la sombra se fue acercando cada vez más y más hasta que lo cubrió.
Pasados unos minutos, Ben desapareció. ¿Adónde fue? ¿Desapareció o se lo tragó la sombra? La sombra se fue acercando hacia mí y desaparecí entre su misterioso humo.
Y sí, amigos, esta es la historia de mi final. Acabó mi vida en la tierra, pero lo que nadie sabe es que tan solo era un portal hacia un lugar terrible.
Sara El Bouhali
Institut Escola 3 d’Abril, Móra la Nova
*Conte premiat en la categoria de secundària en el XI Concurs de microrelats de terror 2020, organitzat per la biblioteca de l'Institut Cristòfol Despuig.
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