16 de gener del 2021

El arrozal


Siempre cuando encuentro a un niño jugando entre los arrozales, le intento contar esta temible historia y éste sale corriendo de inmediato.

Cuando éramos niños, vivíamos en una casita cerca de los arrozales del Delta del Ebro donde mi familia trabajaba en el cultivo del arroz. Mi hermano mayor Ron y yo salíamos todas las mañanas a jugar entre los campos de arroz. Jugábamos a varios juegos como el escondite, Marco Polo...

Una noche de luna nueva se nos ocurrió salir un rato a jugar al escondite. Cogimos la chaqueta, una linterna y un poco de agua por si acaso. Al salir de casa me entró mucho miedo, pero Ron me convenció. Estuvimos jugando un largo rato hasta que empezamos a cansarnos. Estábamos a punto de entrar en casa cuando oímos una voz que decía: “No os vayáis, aún no me habéis encontrado”. Me asusté mucho, pero Ron quería ir a ver qué era. Insistí en entrar a casa, pero Ron consiguió que lo acompañara. Estuvimos mucho rato buscando, pero no encontramos nada. Al volver otra vez hacia casa, oímos un grito y nos giramos de inmediato. Vimos una sombra al fondo del arrozal, así que corrimos para llegar allí lo antes posible. Al llegar no veíamos nada, así que pensamos que habría sido nuestra imaginación. Intentamos irnos, pero se nos habían enganchado unas hierbas en los pies. De repente vimos que unas sombras se nos acercaban. Entramos en estado de pánico. No podíamos salir. Era imposible. Las sombras nos empezaron a coger de los pies, luego de las piernas... hasta que llegaron al cuello. En ese momento nos apretaron muy fuerte y nos arrastraron hacia el interior del arrozal, donde nos susurraban cosas que no lográbamos entender. Me ataron con una hierba en un rincón mientras torturaban a Ron. Intenté escaparme, aunque no quería dejar a Ron allí, pero tenía que hacerlo para pedir ayuda. Uno de ellos me vio y ya no hubo manera de escaparme. Cuando se cansaron de Ron, lo mataron con sus frías manos. Era mi turno y me hicieron lo mismo que a mi hermano. Yo lloraba más por la pérdida de Ron que por el dolor. Quise hacerles daño para debilitarlos, pero estos se enfadaron aún más y fueron directamente al cuello. No podía respirar, así que me hice el muerto para que me soltaran. Deseaba que Ron hubiese hecho lo mismo. Vi como empezaban a descuartizar a Ron para comérselo. Me asusté, me asusté mucho. No quería que me hicieran eso a mí, así que intente escaparme otra vez, pero me oyeron. Al ver que aún estaba vivo, corrieron detrás de mí. Me cogieron y continuaron conmigo. Me descuartizaron vivo.

Nunca encontré los restos de mi hermano. Ni su espíritu. Busqué y busqué durante años, pero no lo encontré, de hecho sigo buscando. Tampoco sé qué habrá sido de mi familia y nunca jamás supe nada más de las sombras. Ahora soy un fantasma que merodea por los arrozales. ¿Entendéis ahora por qué los niños huyen de mí?

                                    
Marta Carles Favà
Institut Cristòfol Despuig, Tortosa


*Conte premiat en la categoria de secundària en el XI Concurs de microrelats de terror 2020, organitzat per la biblioteca de l'Institut Cristòfol Despuig.