Rellotge de braços caiguts
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Entro en una joieria i darrere del taulell veig una lleixa plena de
rellotges. Seguint els cànons del màrqueting, totes les busques marquen les
deu i ...
7 de maig del 2011
Ricardo y Pancho
En un barrio de Barcelona, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un Tortosino de los ojos en pantalla, granos en cara y cuerpo delgado, fruto de muchas horas sin comer ni salir.
Vivía en unos pisos de esos para estudiantes, él no estudiaba, pero le ofrecieron el piso como si tal fuese. No salí mucho, sólo para comprar las provisiones. Todas aquellas horas, días que si pasaba en casa, fue culpa de un juego que le recomendó el vecino de abajo, Pancho el Panchudo. Su mote dice todo de aquel personajillo, era bajito, gordito y de una apariencia graciosa. Pancho le tenía mucho aprecio a Ricardo Ricano. Eran amigos, pero no se veían casi nunca, ya que jugaban los dos a aquel juego que le recomendó Pancho.
Al hombrecillo le gustaba salir de vez en cuando para ver la luz del sol y descansar de ese juego, pero Ricardo estaba enganchado, no podía parar ni para hacer sus necesidades. Llegó a tal punto de enganche que se empezó a volver loco. Su vida se transformó en aquel juego, sus ojos sólo le dejaban ver lo que veía en el juego, fue como si se hubiera trasladado al juego. Su casa se convirtió en un pequeño castillo de varias plantas y todo el interior estaba decorado como en ese juego. Aturdido por la locura, salió disparado por la puerta y bajó por las escaleras. Cuando llegó a la planta baja, se encontró con Pancho, el cual Ricardo veía a un pequeño elfo vestido de verde. Ricardo no lo podía creer, cuando salió. La Barcelona que recordaba ya no era lo que vio días antes.
Perdido por su locura, empezó a correr calle abajo, sólo veía casa viejas hechas con materiales primarios, personas convertidas en ogros, caballeros, elfos, ninfas otras criaturas mitológicas. Ricardo no pudo creer que todo eso fuera cierto, continuó calle abajo para encontrar algún río o lago cerca. Llegó a un lago rodeado de árboles, donde se situaban la mujeres para lavar la ropa. De un salto entró al agua, nadó hasta el fondo y esperó a que se despertara de, lo que él creía, un sueño. Esperó y esperó, pero lo único que le llegó, fue la muerte.
Rafel Carcellé, 4t d'ESO
* Conte premiat en el Concurs de contes breus 2011, organitzat pels departaments de Català, Castellà i Llengües estrangeres de l'Institut de Tortosa.
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