21 de desembre del 2021

El juego de la ventana



Solía jugar de pequeña, siempre en las noches del último mes. Las reglas eran sencillas: con la ventana abierta de par en par, imaginaba que una presencia incorpórea me acompañaba. Jugaba por simple aburrimiento, y siempre me iba a dormir sin más, pues nunca logré sentir nada. 

Un 31 de octubre, me acordé del espeluznante juego y decidí jugar una última vez. Abrí la ventana, la brisa recorrió mi piel. Me imaginé a esa criatura sin rostro ni cuerpo delante de mí. Como todas las otras veces, no obtuve resultado. Apagué la luz y me arropé entre mis sábanas, convencida de que nada iba a suceder, pero por una razón ajena a mi entendimiento, no podía conciliar el sueño.

Fue entonces que empezó la pesadilla. Toc, toc, toc..., alguien estaba dando golpes al cristal. Al principio eran leves, como si la criatura verificara que yo estaba despierta. Incrementaron cuando yo intentaba hacerme la dormida. No podía ignorarlo, taladraban mis oídos al punto que sentía que mi ventana se iba a romper. Sentía el viento huracanado de fuera, la rabia de esa criatura intentando perforar mi alma, rencorosa por haber perturbado su descanso eterno. No miré, no me atreví.

Sin embargo, ya no puedo mirar la luna en paz. Cuando abro la ventana, siento que me observa, y que me maldice. Y llegará el día que no mantendrá las distancias.



Claudia Meseguer

Institut Cristòfol Despuig, Tortosa


*Conte premiat en la categoria de batxillerat i cicle formatius en el XII Concurs de microrelats de terror 2021, organitzat per la biblioteca de l'Institut Cristòfol Despuig.



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