Una mañana, tras un sueño intranquilo, Micaela Torres se despertó convertido en un ser que siempre había detestado. Tenía tentáculos y una gran concha que no le permitía ir muy rápido, no controlaba sus movimientos, ya que una asquerosa substancia cubría todo su “cuerpo” y la hacía resbalar.
Con mucho dificultad bajó de la cama y fue en dirección de su tocador donde había un enorme espejo de estilo barroco. Se quedó frente a él analizando su nuevo físico, por mucho que lo mirara no entendía como había sucedido semejante transformación.
Pasaron pocos minutos y escuchó la puerta. Su compañera de piso había llegado de trabajar. Pensó que estaba salvada pero luego se dio cuenta que no la reconocería, no obstante eso no era lo que más le preocupaba si no que, la reconociera.
Decidió esconderse detrás de unos vinilos que tenía en la estantería, pero cuando vio la caratula del disco de Diamond Dog de Bowie empezó a deprimirse, ya que aparecía el cantante con cuerpo de perro y ella, ya no quería ver más transformaciones.
Micaela era una persona que no conciliaba el sueño si no estaba todo oscuro, por ese motivo siempre cerraba la puerta. Ésta fue un gran obstáculo, en el momento que ella ya no era físicamente ella, pero consiguió deslizarse por debajo de la puerta. Pensó que la substancia era asquerosa pero útil.
Poco a poco, su nuevo físico no le permitía ir a otra velocidad, llegó a la habitación de su compañera. No se había preparado una explicación para ella puesto que no la tenía. Sin embargo entabló la conversación con mucha normalidad:
-¡Hola!- dijo Micaela.
-¿Hola?- preguntó la compañera.
-¡Ehhh! Aquí abajo– replicó Micaela.
La compañera de piso bajó la mirada. No daba crédito a lo que estaba viendo y se desmayó. Tardó unos minutos en reponerse, cuando volvió a mirar a Micaela su cara lo decía todo era como la de Macaulay Culkin en la película de Solo en casa. Respiró hondo y al final preguntó:
-¿Qué te ha pasado?
-No sé... me he levantado así...- dijo Micaela y rompió a llorar.
-Tranquila encontraremos una solución– afirmó la compañera que parecía que entendía sobre el asunto.
-¿Me lo prometes?- dudó Micaela.
-Te lo prometo– aclaró la compañera.
-Gracias– finalizó Micaela y sonrió.
La compañera nunca había visto un bicho sonreír y no le gustó, en ese momento pensó que la sonrisa del Joker tampoco era tan fea.
Micaela se tranquilizó y se alegró de tener una buena compañera de piso. Optó por volver a la cama.
-Tal vez tenga que volver a la cama para volver a ser yo– dijo entre dientes.
Cerró los ojos y se quedó dormida. Tuvo que despertarse al poco tiempo porque le costaba respirar. No veía nada. No entendía que pasaba en ese momento. Gritó el nombre de su compañera, pero nada.
Finalmente, se dio cuenta que estaba en la basura. Su compañera la cual le había prometido ayudarla no lo hizo.
Decepcionada, Micaela se dejó llevar por la multitud de basura que la rodeaban, abandonándose en cuerpo y alma y dejando de creer en la raza humana.
Micaela Torres
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