20 de desembre del 2013

Esquizofrenia

Abrí los ojos con cierto cansancio, sentía que había envejecido de golpe. Por suerte, era de noche, y no tardé en acostumbrarme a la oscuridad del lugar. A pesar de eso, distinguía bien las figuras que había en la sala. Parecía ser una habitación de hospital, una muy triste.
No tenía nada fuera de lo normal salvo la densa oscuridad, la solitud y ese ruido tan maquinal que sonaba como una fábrica en funcionamiento.
Había una ventana pero estaba cerrada y no parecía provenir del exterior. Quise salir por la puerta cuando me di cuenta de que me encontraba sentado en una cama. ¿Quizás me habían hospitalizado por algún tipo de accidente y había perdido mi memoria? En cambio, recordaba mi nombre, William y Will para Elaine… ¡Elaine! La única persona importante en mi vida, la única razón para seguir vivo. Tenía que verla.
Poco a poco todo me venía a la cabeza: dónde vivo, mi trabajo, Elaine,... Todo excepto el motivo de mi hospitalización.
Me levanté y fui hacia la puerta, fue entonces cuando oí a alguien hablar. En la parte exterior de la puerta de la habitación, a punto de entrar, había dos personas conversando.
-No sé si ha salido bien.
-Ya lo veremos cuando despierte.
La primera era una voz femenina por su tono agudo, la segunda del sexo opuesto.
-Si es así, será mejor que no se entere nadie, nos caería una gorda… - Dijo la mujer, esta vez susurrando.
-Bah, de eso me encargo yo, no es nada complicado. Bueno, será mejor que entres.
Me pegué contra la pared que estaba al lado de la puerta para que no me vieran. En ese preciso instante un pitido muy fuerte hizo que me llevara las manos a los oídos y que cayera de culo al suelo. Cerré los ojos con fuerza a causa del dolor.
Cuando paró abrí los ojos y retiré las manos. No pude evitar soltar un grito, entré en pánico.
La habitación que hacía unos segundos parecía de un hospital ahora parecía de un matadero. Las sábanas blancas estaban manchadas de sangre, al igual que el colchón. En realidad todos los muebles de la sala estaban cubiertos de manchas rojas. Por el suelo también había rastros de sangre y con más cantidad. ¿Cómo había cambiado todo de repente?
Alguien abrió la puerta. Se oía una respiración muy fuerte y muy inhumana. Me vio en seguida, no debería haber gritado.

Àngela Cartil


 *Conte premiat en la categoria de Batx i CF en el IV Concurs de microrelats de terror 2013, organitzat per la biblioteca amb el suport dels departaments de Català, Castellà i Llengües estrangeres de l'Institut Cristòfol Despuig.

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