21 de desembre del 2011

Hasta veinte


Julia, 22 años, nacida en Madrid, estudiando psicología en la Universidad y trabajando los fines de semana en el manicomio como ayudante. Su tarea allí es sencilla, solamente acompañar a los pacientes a las habitaciones, a comer, a la sala común, al dormitorio, solamente acompañarlos cuando ellos lo necesiten.

Julia ya lleva allí seis meses, los seis meses más raros de su vida. Allí pasan cosas muy extrañas, y desde hace unas semanas, desaparecen los pacientes, dos por semana, sin saber dónde están. Al principio pensaron que se escapaban, pero luego descartaron esa posibilidad, ya que ya son siete los pacientes desaparecidos en las últimas semanas, una cosa muy extraña dada la seguridad que hay en esos lugares.

Julia ya decía desde hacía algunos días que notaba algo raro en los pacientes, que cada día había un paciente que se comportaba de forma distinta, más raro de lo habitual, diciendo frases sin sentido, y dando dos golpes en el suelo cada vez que llegaba a la sala de entretenimiento. Ella se lo contó a los médicos, pero no le hicieron caso, le dijeron que eso era normal en ese tipo de gente, que eran personas que estaban locas y que por eso estaban ahí.

Julia dado que nadie le daba importancia a todo lo que estaba pasando, decidió investigar por su cuenta, yendo todos los días que pudiera, para así pasar más tiempo en el manicomio y poder vigilar a los pacientes. Estuvo yendo durante tres semanas cada día, hasta que al final, un día, desapareció. Sus compañeros no entendían nada, no entendían que pasaba con los pacientes y que había pasado con Julia.

Mario, un amigo suyo, decidió averiguar todo lo que estaba pasando, eso no podía continuar así, porque llegaría un momento en el que no quedaría nadie en ese maldito manicomio, ni pacientes, ni médicos. Mario, lo primero que hizo, fue mirar en la taquilla de Julia, donde encontró una carta avisando de que si le ocurría algo, dejaran el manicomio y se fueran a otro sitio, que no investigaran como había hecho ella, que era peligroso, que no se quedaran allí, que sino al final acabarían muriendo, como seguramente ella.

Mario después de leer esa carta, no supo cómo reaccionar, se quedó un buen rato pensando, reflexionando sobre qué debía hacer, si hacer caso a Julia y marcharse, o descubrir qué había pasado durante esas semanas. Después de horas, optó por la segunda opción, averiguar qué les había pasado a Julia y a los demás pacientes, no podía dejar que todo quedase así.

Al cabo de tres días investigando, encontró algo extraño en la pared de la habitación de uno de los pacientes, una frase que no se entendía: “somadeq ne le onatòs odnauc al nòicatibah 12 ed sod seplog”. Después de estar 15 minutos mirando la pared, Mario se dio cuenta de que la frase estaba escrita del revés, que ponía: “Quedamos en el sótano cuando la habitación 21 de dos golpes”. Mario después de leer aquello no entendió nada, pero recordó lo que le había dicho Julia, que cada día había un paciente que decía una frase sin sentido y daba dos golpes en
el suelo cada vez que llegaba a la sala de entretenimiento.

Mario aquel día se lo contó todo a diversas personas, para que si le pasaba algo a él también, no volvieran a empezar de cero, que se marcharan de aquel lugar para siempre.

Mario estuvo todo el rato vigilando la habitación 21, que era la sala de entretenimiento, hasta que al final, escuchó esa frase dicha del revés y los dos golpes en el suelo. Después de escuchar aquello, empezó a bajar las escaleras que se dirigían al sótano, en una mano llevaba un palo, por lo que pudiera pasar, y en la otra una linterna. Cuando llegó abajo, abrió la puerta poco a poco, y vio esa frase escrita del revés repetida por las paredes, con diferentes tipos de letras. Contó las frases, veinte, las mismas que pacientes desaparecidos sin contar a Julia. Decidió seguir hacia delante, hacia la oscuridad, hasta que llegó un momento en el que perdió el conocimiento, cayó al suelo, y en un último pestañeo, puedo ver a Julia con un vestido blanco con los veinte pacientes a su alrededor tendiéndole la mano rodeados de una luz brillante con un fondo azul cielo.


Maria Granados Galaso


* Conte premiat en el II Concurs de contes breus 2011, organitzat per la biblioteca i els departaments de Català, Castellà i Llengües estrangeres de l'Institut Cristòfol Despuig.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada