Textos de creació redactats per la comunitat educactiva de l'Institut Cristòfol Despuig (Tortosa).
7 de maig del 2011
Perdida
Se despertó congelada, estaba tapada con pieles de animales y no tenía ni la más mínima idea de donde estaba. Se levantó y se dio cuenta de que estaba en una tienda de campaña hecha de piel de ciervo. Hizo penosos intentos por recordar cómo había llegado hasta allí y hasta se pellizcó para ver si era un sueño, pero no.
Salió de la tienda de campaña y vio un inmenso paisaje blanco lleno de abetos y nieve. No había nada alrededor, excepto unos doce lobos muy jóvenes devorando las primeras presas que habían cazado juntos , pues se habían separado de la manada, ya que había crecido demasiado y se empezaban a pelear por quien dominaría la manada.Después de observarlos con mucha curiosidad, Maiha, que así llamaba la chica, se adentró en la tienda sigilosamente, no vaya a ser que la descubrieran y se lanzaran a devorarla a ella también. Exploró la tienda con intención de encontrar algo, como un móvil, para que pudiera llamar a alguien que acudiera a su rescate. Pero lo único que encontró fue baúles llenos de mantas de pieles de animales, carbón, cerillas, una cantimplora bacía, harina, aceite, algunas herramientas de cocina, una escopeta casi sin balas y unos cuchillos de caza. También observó que la tienda parecía estar abandonada, pues estaba muy descuidada y la cubierta agujereada. Sintió hambre y frío y decidió encender fuego, puso a calentar una sartén y hizo un tipo de pan sin levadura. Se vistió con algunas pieles y salió para ver que hacían los lobos. Estaban jugando y descansando. Al mirarlos, se le ocurrió una gran idea. Miró a su alrededor, cogió un cuchillo y corrió hacia un río congelado y pesco unos peces que se habían quedado atrapados entre el hielo. Se guardó unos para ella y otros los enterró entre la nieve, al lado de la tienda. Su plan consistía en que los lobos se fueran acostumbrando a su presencia y poco a poco, iría desenterrando los peces y les daría de comer. Los amansaría y los domesticaría para ser lobos de trineo. Y así lo hizo. También fabricó un trineo de madera.
Pasado un mes, una mañana decidió preparar todo lo que tenia para un largo y arriesgado viaje porque pensaba que no podía estar toda la vida en ese sitio desconocido para ella. Cazó lo que pudo con la ayuda de sus doce lobos y comieron. Envolvió todo lo que tenía en una manta y llenó su cantimplora de agua. Al fin se pusieron en marcha. A las dos horas de viaje pararon para descansar y comer. Mientras comía vio en el suelo una chaqueta verde militar que le resultaba familiar. En la parte del hombro de la chaqueta había un logotipo de unos guada-bosques. La expresión de la cara de Maiha cambió por completo. Era como si alguien le hubiera quitado la venda que la impedía ver la realidad. Al fin recordó quien era ella y que hacía en un lugar como ese. Era una Joven de 22 años que vivía en San Francisco y se ofreció y se entreno para ser una guardabosques que hiciera misiones peligrosas. Había sido enviada allí, Alaska, con sus compañeros que también se ofrecieron para ser guardabosques y detener a las buenas o a las malas un grupo de personas que cada vez crecía mas y se dedicaban a cazar todo ser vivo que se moviera entre los arbustos por simple placer. También recordó que cuando llegaron frente al grupo de los delincuentes, estos se revelaron y les atacaron. Sus compañeros consiguieron defenderse y al fin los detuvieron pero a ella le golpearon con violencia en la cabeza. Sabiendo ya quién era también recordó el lugar donde estaba y supo regresar al campamento donde estaban sus compañeros. Todos la recibieron con una alegría ya que algunos sintieron miedo al pensar que había muerto.
Llegó el momento de volver a San Francisco. A todo el mundo le hacía mucha ilusión volver a casa, menos a Maiha. Se tendría que dejar a sus queridos lobos en Alaska, pues no tenía suficiente dinero para pagar el vuelo de doce lobos. Cuando llego el momento de ir hacia el aeropuerto Maiha caminaba detrás del grupo lentamente, con la mirada en el suelo. Dejo caer una lagrima sobre la nieve. Los lobos entendieron lo que pasaba, pues ya sabían que significaba reunir todas las cosas y meterlas dentro de algo: se iba de viaje. Pero esta vez no era como las demás, ellos se quedarían. Como si se hubieran vuelto locos empezaron a correr y se lanzaron encima de ella sin dejarla levantarse. Ella empezó a llorar mas, aunque silenciosamente, cosa que no impidió que su jefe la viera. Al ver a los lobos quejándose como perritos lo entendió todo. Y como Maiha pudo haber muerto en aquella misión pagó el mismo los viajes de los lobos. Y así es como Maiha volvió a casa con doce lobos a los que les tenía que cortar el pelo para que no tuvieran calor.
Esther Serra 1r ESO A
* Conte premiat en el Concurs de contes breus 2011, organitzat pels departaments de Català, Castellà i Llengües estrangeres de l'Institut de Tortosa.
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